La columna de los canillitas, por Carlos Vila (30/08/2020) 5,86

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La columna de hoy se llama 5,86. La semana comenzó con explosivas declaraciones de Eduardo Duhalde. Cuesta creer que al ex vicepresidente y presidente interino se le haya escapado la tortuga.
Eduardo Duhalde fue el vicepresidente de Carlos Menem. Menem, Duhalde, Domingo Cavallo y Roberto Dromi llevaron adelante la reforma del Estado más dañina y más cara en términos económicos y políticos de la Argentina moderna.
Privatizaron empresas. Fusionaron y disolvieron organismos públicos. Transfirieron producción al sector privado, terminando con el rol empresario del Estado, y transfiriendo monopolios. Y con la excusa de controlar esos monopolios para que no sean abusivos crearon organismos de control. Es decir, el Estado dejó la acción para dedicarse a la regulación de monopolios legales.
Privatizaron las escuelas. La jubilación. La salud. Y con la desregulación de las obras sociales permitieron que las prepagas se quedaran con los afiliados de mayores aportes, haciendo prácticamente inviable el sistema solidario aún vigente.
Desregularon la venta de diarios y revistas. Nos dieron un golpe mortal a los canillitas. Y no fue lo único que hicieron para beneficiar a Clarín.
Le regalaron SOMISA a Techint. A un precio obsceno.
Ellos consolidaron a Paolo Roca. Roca no sería lo que es sin SOMISA. Roca no sería Roca sin Menem, Duhalde y Cavallo.
Y lo mismo hicieron con otros sectores. Las privatizaciones sólo sirvieron para profundizar la concentración de la riqueza.
Las empresas privatizadas fueron a parar a las manos de los mismos grupos económicos ya existentes.
Hasta que explotó. Se acabó el 1 a 1 y la sociedad demandaba un cambio. Llegó De la Rúa. Que no funcionó. El caos fue mayor. Crisis del 2001. Que se vayan todos.
La política encontró una solución transitoria. Se llamó Eduardo Duhalde. Sin el voto popular fue presidente durante un año. En poco tiempo se restableció un orden mínimo y se llamó a elecciones. Duhalde fue un hombre consensuado por la corporación política, por la corporación económica y por la mediática.
El consenso estaba justificado. Ni bien asumió licuó la deuda de las empresas, lo cual significó una nueva, y multimillonaria, transferencia de recursos desde el Estado. Lo mismo que hicieron en la dictadura Lorenzo Sigaut y el mismo Domingo Cavallo.
Por supuesto los grandes beneficiarios de la licuación fueron el Grupo Clarín, Techint, Telecom, el Grupo Macri, Perez Companc… Ahí no estábamos ni los trabajadores, ni las PYMES.

Esta semana el Grupo Clarín fue uno de los grandes protagonistas del debate público. Yo creo que definitivamente tenemos que dejar de mirar al Grupo como un factor económico. Debemos mirarlo como lo que es. Un factor de poder que está dispuesto a disputar el consenso de cada medida que tome este gobierno y cualquier otro de tinte popular.
Dos decisiones presidenciales fueron atacadas por Clarín abiertamente. Aunque no transparentemente.
Una tuvo que ver con la inclusión –finalmente no incluida- de la frase “presión mediática” en el proyecto de Reforma Judicial elevado al Congreso.
En este caso decimos “no transparentemente” porque ningún actor que acusa al gobierno de armar un proyecto a medida para manejar la justicia a su antojo, pudo justificar en qué cláusulas el proyecto es manipulable.
La segunda decisión presidencial que Clarín ataca es el decreto que establece como esenciales los servicios de telecomunicaciones.
En este caso decimos que lo hace de manera no transparente, ya que Clarín omite explicitar a sus lectores que en sus críticas se esconde un interés particular sobre el decreto, por ser ellos mismos dueños de una de las grandes empresas de telecomunicaciones.
En realidad es mucho peor. Clarín es mucho más una empresa de telefonía y servicios de cable, que un multimedios de comunicación. La venta de diarios, lo que le da la identidad al grupo, es testimonial.

Mientras tanto, los canillitas esta semana le enviamos una carta al Ministro de Trabajo. Nuestra situación es desesperante: 15.000 familias nos estamos quedando sin trabajo. Vendemos diarios, pero los diarios no llegan. No tenemos qué vender. Al ministro le pedimos lo que venimos pidiendo a los gritos hace rato: reconvertir la actividad para seguir viviendo de nuestro trabajo.
Sabemos que podemos ser competitivos, pero necesitamos tener con qué. Hay muchas cosas que son indignantes. Los operadores de cable nos cobran lo que se les antoja. Salvo en las localidades donde hay competencia. Si hay más de una empresa de cable los precios son más bajos. Pero donde operan como monopolio el precio es absurdo y abusivo.
Con los diarios pasa lo mismo. Los dueños del papel nos ponen los diarios a $80 por día y a $160 los domingos. Y no hay tu tía. Resultado: nadie compra el diario. Quién se jode? El canillita.
Comprar el diario todos los días cuesta más de $2.000 por mes. Pero el mismo diario en forma digital te lo tiran por la cabeza por $32 por mes. ¿Cuál es la diferencia? En el formato digital tienen la competencia de Infobae. Ahí no son monopolio. Y nunca pierden porque tienen a los grandes anunciantes. Aunque regalen el diario.
Necesitamos juego limpio. Necesitamos que el Estado esté presente, y siempre del lado de los más débiles. Necesitamos aprovechar las grandes crisis para transformar los monopolios en espacios donde las competencias sean reales. Y necesitamos una dirigencia política que discuta y pelee cada una de las medidas en las que no está de acuerdo. Pero hay acuerdos que no se rompen, Y ya acordamos que NUNCA MÁS. Si a Duhalde no le gusta este gobierno y quiere ser presidente, tiene que presentarse como candidato. Y si la única vez que se presentó fue en 2011 y sacó el 5,86% de los votos, que revise lo que hace y dice.