La columna de los canillitas, por Carlos Vila (16/08/2020) Peronismo Puro

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Hace un mes La Nación publicaba que el 8% de los casos de coronavirus en Argentina corresponde a profesionales de la salud. A números de hoy, y si se mantiene esa proporción, tendríamos que pensar en más de 24.000 médicos, enfermeros y otros personal de salud infectados. La primera línea. Los que le ponen el pecho a las balas.
Son los esenciales, los que nos pueden salvar de la muerte. Ellos también mueren y se contagian. Están cumpliendo con su juramento hipocrático. Los homenajes a ellos son bien merecidos.
Esta pandemia sorprendió a la humanidad sin herramientas. Sin remedios efectivos para frenarla. Nos puso a prueba como sociedades. Y si bien todas las comparaciones son odiosas nos debemos el debate de mirar qué hicimos y qué hicieron otras sociedades.
No se puede soslayar que en nuestro caso debimos hacerle frente con un gobierno recién asumido, con parte de ministerios sin completar. Y fundamentalmente con un Estado fundido, con una cantidad enorme de PyMES cerradas, altísimo nivel de desempleo y con gigantes e inmediatos compromisos de pagos a bancos y usureros internacionales.
Estábamos en el horno. Literalmente. No existía ninguna evaluación objetiva que permitiera ser optimista. Pero como el movimiento se demuestra andando, y los melones se acomodan en el camino, arrancamos.
El primer acierto del gobierno fue haber evaluado que nuestro sistema sanitario estaba devastado, y que si nos sorprendía la velocidad de contagio que se estaba dando en Europa esto iba a ser inevitablemente una tragedia.
Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio fue la respuesta sanitarista del gobierno de Alberto Fernández para frenar la circulación del virus y ganar tiempo para equipar, en tiempo record, lo que se veía como los grandes focos del conflicto: la Ciudad y el Conurbano.
Se multiplicaron las camas, y sólo por ese motivo el sistema aún no explotó.
Sin embargo, todos los sanitaristas coinciden en que la única solución a esta pandemia es la vacuna.

Esta semana el presidente Fernández sorprendió al mundo con un anuncio: Argentina producirá la vacuna desarrollada en Oxford. Y la exportará a toda Latinoamérica. Lo hará en una alianza con Méjico e Inglaterra. Nosotros la produciremos y Méjico se encargará del empaquetado.
La semana pasada fue “Maradona” Guzmán. Un crack nacido de la universidad pública y gratuita.
Esta semana la noticia pone el ojo no sólo en nuestros científicos, sino también en la capacidad industrial construida durante décadas y que ha sobrevivido a las distintas
crisis. Un golpazo para los que pretenden un país que sólo garantice la timba financiera, un modelo de economía primaria, y también para los que siempre buscan instalar la idea de que nuestra industria es «ineficiente» o «parasitaria».
Pero este anuncio además les marca la cancha a los flexibilizadores. La industria farmacéutica argentina es un sector con altísimos niveles de formalidad (95%), contra un 65% del promedio de la economía.
Y también con muy altos salarios. La pobreza en sus trabajadores es del 3%, mientras la media en el resto de la economía es del 35%.
Todo esto en el marco de la ley del teletrabajo y la resistencia de una parte del empresariado y los medios hegemónicos, los grandes negreros.
Esto, sin dudas, es soberanía. Esto es el Peronismo.

Números más números menos, hasta la fecha tenemos unos 300.000 contagiados. De los cuales ya se han recuperado unas 200.000 personas. Es decir, 2 de cada 3 contagiados ya se han recuperado.
El compromiso social, la calidad profesional y las acertadas decisiones políticas del Estado son las principales explicaciones del por qué del éxito.
En la otra pandemia, en la laboral, la tragedia que vivimos los trabajadores de la comunicación gráfica no tiene el mismo éxito. No se ve un horizonte claro.

Esta semana Infobae publicó que “Cuatro canales de televisión abierta, tres señales de noticias y tres diarios concentran el 58% de los $1.067 millones que invirtió la Secretaría de Medios en avisos durante los primeros seis meses del 2020”.
Sólo los principales diarios se llevaron más de 293 millones de pesos en el semestre, es decir unos 49 millones por mes.
No estamos en contra de eso. ¿Pero cómo hacemos para que una parte de ese aporte del Estado llegue a los trabajadores? ¿Cómo hacemos para que los vendedores de esos diarios también reciban su cuota parte?
Sólo el Grupo Clarín se llevó la misma cifra que todos los diarios juntos: 292 millones.
Recibió 130 millones de pesos por Canal 13. Más 53 millones por el diario en papel.
Más 29 millones por el cable TN. Más 23 millones por el portal de Clarín digital. Más 20 millones por Radio Mitre. Más 18 millones por FM 100. Más 11 millones por el portal de TN. Más 8 millones por el portal de La voz del Interior…
Como ya hemos dicho antes, Clarín solía vender 1 millón de diarios los domingos. Hoy vende menos de la mitad. Y ellos mismos proyectan que para fin de año ese número podría caer aún más. Podría llegar a un tercio de ese irrecuperable millón.
Y no es sólo Clarín. Esto pasa con todas las publicaciones. El volumen de venta de diarios y revistas, es testimonial. Y atraviesa a todos los segmentos económicos. A los que más tienen y a los que menos tienen.
Por eso, del mismo modo que este Estado presente se cargó al hombro la problemática de la pandemia, la deuda, la vacuna, y evidentemente está haciendo también un aporte importante a los medios de comunicación, los trabajadores de la comunicación gráfica necesitamos que este Estado también se haga presente en esta pandemia letal que está dejando a miles de familias canillitas sin ingresos familiares.
Necesitamos redefinir el juego. Necesitamos participar para garantizar que los trabajadores podamos seguir haciendo lo que hicimos toda la vida: trabajar.
Eso también es el Peronismo.