La columna de los canillitas, por Carlos Vila (23/08/2020) Independencia y Periodismo

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La pandemia nos impuso cambios de hábitos. En mi caso tiene que ver con un mayor consumo de medios audiovisuales. Esta semana pude ver, por Canal Encuentro, un documental sobre el periodismo gráfico en Nueva York en los últimos años del siglo 19 y principios del 20.
La historia del New York World, el diario del húngaro Joseph Pulitzer, y la de su rival, el New York Journal, del norteamericano William Hearst. Es una historia apasionante y tiene muchos puntos en común con nuestra historia.
Me parece muy valioso y acertado poder acceder a estas producciones en Encuentro, sobre todo en momentos donde discutimos el lawfare, la grieta, el rol de los medios, la libertad, la independencia…
A finales del siglo 19, Estados Unidos era el país de las oportunidades.
Principalmente a Nueva York, los inmigrantes llegaban de a miles por día y de todos los rincones del mundo. Manhattan crecía sin parar. Nacían grandes infraestructuras: el puente de Brooklyn, el metro, los incipientes rascacielos.
Y en el medio de esa vorágine, sus habitantes consumían toda clase de noticias, que solo podía satisfacer la prensa escrita. Nacieron publicaciones en casi todas las lenguas. Había incluso diarios de izquierda.
Joseph Pulitzer era un inmigrante húngaro que llegó a Estados Unidos en 1864 para luchar en la Guerra Civil Estadounidense. Después de la guerra se fue a vivir a San Luis (Misuri), y en empezó a trabajar para un diario alemán.
En unos años compró el diario en el que trabajaba, y unos meses después compró el diario que era su competencia. Y los fusionó. Ahí comenzó a ponerle su sello. Empezó a hablarle al hombre común con un lenguaje de acercamiento y con noticias populistas.
En 1883, a menos de 20 años de llegar a Estados Unidos, Pulitzer ya era millonario, y compró el New York World, un diario que perdía plata año tras año.
Él lo reflotó con historias de interés humano, escándalos y sensacionalismo. Y pasó de 15.000 ejemplares por día a 600.000. El de mayor difusión del país.
William Hearst es el otro protagonista. Nació en una familia rica en Estados Unidos en 1863. A los 24 años tomó el mando de un pequeño diario que era de su padre. Y en unos pocos años más se adueñó del New York Journal, y se convirtió en el rival de Pulitzer y el World.
Pulitzer y Hearst fueron los padres de la prensa amarilla. Sin embargo Hearst lo hizo de otro modo. Utilizó el sensacionalismo y la exageración. Eso le dio mucho éxito y en poco tiempo logró quedarse con 30 diarios. Todos amarillos.

La fortuna la construían con los ingresos que daba el precio de tapa. La publicidad no hacía grandes aportes. La enorme cantidad de inmigrantes hacían el semillero de canillitas. Los principales vendedores de diarios eran los hijos de esos inmigrantes. Chicos que no llegaban a los 10 años, y que sólo en Nueva York eran más de 10.000.
Los editores les pagaban un porcentaje del precio de tapa de cada diario, y los chicos tenían que vender todos los diarios que retiraban.
En 1898 los dos diarios subieron el precio pero no el porcentaje para los canillitas. En ese momento los chicos no reclamaron más ganancias porque los diarios se vendían mucho por las noticias de la guerra y los relatos sensacionalistas.
Cuando terminó la guerra los canillas creyeron que las empresas bajarían el precio a su nivel original, pero Pulitzer y Hearst no lo hicieron. Entonces los muchachos estallaron, y decidieron no vender los diarios. Se organizaron, cruzaron el Puente de Brooklyn para unirse con sus camaradas de Manhattan, y no solo impidieron la circulación de los diarios de la tarde en Manhattan, Brooklyn y Long Island City, sino que sumaron al público en su cruzada organizando desfiles y una reunión masiva en el New Irving Hall.
La respuesta de los editores fue armar una brigada de vagabundos para reemplazar a los muchachos en la calle. Pero los chicos persuadieron a los vagos de guardarse las bonificaciones ofrecidas y tirar los diarios a la basura. A Hearst y Pulitzer no les quedó más remedio que reconocer la derrota y ofrecieron un acuerdo, que los muchachos aceptaron.
Le pagarían el 40% del precio de tapa, y les aceptaban, sin cargo, la devolución de los diarios que no vendieran. Un golazo para los muchachitos. Al menos para quienes somos canillitas esta historia es maravillosa.
Seguramente Perón la conocía. 40% del precio de tapa, y devolución. Esa es nuestra historia. La historia de los canillitas argentinos que Perón dejó por escrito en 1946 en la ley que regula nuestra actividad.

Pulitzer y Hearst son una anécdota. Se podrían llamar Magnetto y Mitre. La historia es la misma. La historia de la concentración versus la de la precariedad.
Ese éxito amarillo norteamericano se desparramó como el modelo a seguir en la prensa del mundo. Nació para siempre el sensacionalismo. Lo importante ya no será la verdad, sino contar una historia de un modo que sea verosímil.
Es el germen de la grieta. Es la base para el lawfare; para articular los medios con el aparato judicial, y generar condenas públicas sin juicio y sin defensa. La diferencia es que en el siglo 19 se buscaba mayor rentabilidad, y hoy la pelea es por el control del Estado. Es por todo.
La industria de los medios registra una brutal concentración. Si miramos a los medios concentrados vemos que ellos tienen los fierros. Tienen a Carrefour, a Coto, a Jumbo, a Ford, Chevrolet, Toyota… y una larga lista. Tienen la billetera.
Esa orilla de la grieta está consolidada. ¿Del otro lado qué hay? Hay unos pocos medios independientes. Con anunciantes chicos. Con la falta de estrategias comunes. Porque eso es justamente lo que garantiza la independencia. Pensamiento libre. Pequeños empresarios. Muchos y distintos.
¿Clarín y Nación tienen dueños distintos?
¿Cómo hacer para garantizar la pluralidad de voces?
Hablamos de un formato que se consolidó a fines del siglo 19, y aún condiciona la vida de trabajadores y gobiernos en pleno siglo 21. No hacer nada significa seguir avalando un modo de dominación injusto y cada vez más excluyente.
Les estoy hablando de un documental que ví esta semana por Encuentro. Un canal que creó la política. Un canal que fundó Daniel Filmus en 2006 cuando era Ministro de Educación del gobierno nacional y popular de Néstor Kirchner.
El camino que sigue es crear más Encuentro, más Paka Paka, más Incaatv.
Más espacios democráticos donde el trabajo sea viable.