La columna de los canillitas, por Carlos Vila (06/12/2020) Divididos por la General Paz

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Desde hace varios años los trabajadores canillitas de la Ciudad de Buenos Aires venimos sufriendo una especie de persecución por parte del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta.
Podríamos enumerar una serie de hechos que nos llevaron a tener una conflictividad constante por el accionar del Ministerio de Espacio Público y la Dirección de Usos, que es la repartición encargada de otorgar los permisos de ocupación en el espacio público a los kioscos. Ni hablar de la Dirección de Fiscalización, que es la encargada de hacer las inspecciones.
Durante más de 15 años la municipalidad dejó de hacer todo tipo de control, y no entregó a los canillitas ningún permiso de los que exige la ordenanza-ley que todavía tenemos desde la dictadura militar, cuando en la ciudad gobernaba el ex-intendente Cacciatore. Lamentablemente esa reglamentación de la dictadura sigue vigente, nunca fue cambiada por ninguno de los distintos gobiernos democráticos desde 1983.
Esas negligencias, esa falta de control y la no entrega de permisos que duró más de una década, fue interrumpida de modo autoritario por el actual Gobierno de la Ciudad. Y pasaron de no controlar nada a controlar desproporcionadamente.
Pero hubo, además, y sigue habiendo, una caza de brujas. Las autoridades municipales levantaron quioscos de diarios sin intimación previa; clausuraron paradas por ampliación de rubro, contradiciendo lo que había permitido el Ministerio de Trabajo de la Nación, aún cuando era de su mismo signo político.
Es importante recordar que el entonces Ministro de Trabajo, Jorge Triaca, en el año 2018 autorizó, con las Resoluciones Nro390 y 391, la posibilidad de que los trabajadores canillitas realicen otras actividades, siguiendo la línea de lo que decía el Decreto-Ley que firmó Cristina Fernández, y la Resolución 935 de Carlos Tomada cuando era Ministro de Trabajo. 
Sin embargo, el intendente Larreta, evidentemente no muy preocupado por la conservación o mejoras de las fuentes de trabajo, y bajo un argumento publicitario en pos de “mejorar el orden urbano”, se empeñó en sacar kioscos de diarios del espacio público para poner miles de gigantescos tachos de basura en la puerta de las casas de los porteños.
El cambio es claro: reducir los espacios de libertad de prensa para tener más nidos de ratas. Tener menos lugares de venta de cultura, para fortalecer el maquillaje estético: un masetero es más importante que un lugar donde comprar un libro, una revista o informarse a través de la lectura en papel. Gente por cemento.
Está claro que la cultura y el trabajo no son ejes importantes para este Gobierno de la Ciudad. Muchos gremios tuvieron conflictos desde siempre: maestros, municipales, taxistas, médicos, enfermeros, metrodelegados. Los canillitas no somos el problema.
Por eso no es una rareza que en medio de la pandemia y la crisis más importante que sufrimos los argentinos y el mundo del trabajo, Larreta no le haya asignado absolutamente ninguna ayuda a ningún trabajador, trabajadora, pyme o empresa del ámbito de la Ciudad. No puso un solo recurso para paliar la crisis. A pesar de que es el distrito más rico del país, y el que más casos de contagios y muertes tuvo por cada millón de habitantes. Aunque los medios de comunicación lo oculten a cambio de seguir recibiendo millonarias pautas publicitarias de la Ciudad.
En los discursos públicos, sobre todo a la hora de juntar votos, aparece siempre la misma consiga, de uno y otro lado: terminar con la grieta.
Hoy para nosotros, para los trabajadores canillitas, la grieta tiene nombre y apellido: es la avenida General Paz. De un lado de la General Paz un Larreta que se desentiende de la problemática del mundo del trabajo, y del otro lado un Kicillof que nos suma y nos pone debajo de un paraguas del Estado provincial que nos ayuda a capear el temporal, tratando de minimizar los daños.

Hace unos días la Ministra de Trabajo bonaerense, Mara Ruiz Malec, nos comunicó que impulsó una modificación para que los canillitas podamos ingresar al Programa Preservar Trabajo.
Esta es una gran noticia, ya que lo que hizo laProvincia de Buenos Aires a través de un decreto fue modificar este Programa para que se nos pueda incluir. El Programa estaba destinado sólo a unidades productivas con trabajadores en relación de dependencia, y nuestra retribución aún hoy consiste en un porcentaje del precio de tapa de los diarios y revistas vendidos.
La lectura es simple y lineal: cuando hay voluntad política se encuentra el cómo.
Nobleza obliga, debemos decir que hubo un gran trabajo previo con la Subsecretaria de Empleo, Mónica Muscolino, y con la Directora Provincial de Empleo, Franca Venturi, con quienes mantuvimos reuniones virtuales de trabajo tanto Omar como yo.
El Programa busca sostenereconómicamente las fuentes y puestos de trabajo, sobre todo en sectores de la actividad afectados por el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio en todo el territorio de la provincia de Buenos Aires.
Y laasistencia económica del Programa consiste en una prestación dineraria que no podrá superar el 50% del valor del Salario Mínimo Vital y Móvil.
Esto se establece por un período inicial de tres meses, prorrogables hasta un máximo de doce meses o mientras dure la emergencia sanitaria, social y económica si su plazo fuera menor. Ya estamos trabajando en la comunicación con cada trabajador.

Cuando vemos estas cosas vemos para qué sirve la política. Para esto sirve la política. Para transformar, para encontrar soluciones cuando hay necesidades.
Permitirle a un trabajador seguir trabajando, garantizándole un piso a sus ingresos, es mucho más que permitirle seguir generando un dinero. Es darle la confianza de que su trabajo vale. Es permitirle mantener la dignidad de que lo que hizo toda la vida para ganarse el mango sigue siendo válido. Es ayudarlo a no bajar los brazos. Es plata, pero es salud. Es alegría. Es tranquilidad.
Y lamentablemente es de un solo lado de la General Paz.