La columna de los canillitas, por Carlos Vila (11/10/2020) Casi 17 de octubre

Esta semana la CEPAL alertó que las secuelas de la pandemia se van a prolongar en la región más de lo previsto, y anunció que México recién regresaría a niveles pre-pandemia en el 2025. Y que Argentina no escapa a ese diagnóstico.
Nosotros además venimos de la otra pandemia. La del macrismo. En el segundo trimestre nuestro PBI cayó 19%. El de la India cayó más del 25% y el del Reino Unido más del 20%.
El último informe de la CEPAL sostiene que es necesario que América Latina y el Caribe aumenten su recaudación tributaria, que actualmente es de 23% del PBI en promedio. Y lo compara con los países agrupados en la OCDE para quienes la presión tributaria es del 34%. 11 puntos más. En la OCDE están Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, el Reino Unido, Suecia, Suiza…
En ese mismo informe la CEPAL pone el foco en que hay que combatir la evasión tributaria, que es de más del 6% del PBI regional; hay que consolidar el impuesto a la renta a personas físicas y corporaciones; y hay que extender el alcance de los impuestos sobre el patrimonio y la propiedad.

Esta semana llegó a Buenos Aires Kristalina Giorgieva, la titular del FMI. Todavía no había terminado de bajar la escalinata del avión y se apresuró a aclarar que “no venimos a exigirles más ajustes del gasto”.

La gestión de la pandemia en Argentina, la cuarentena, el ASPO y todas las medidas que propuso el Gobierno Nacional para promover el distanciamiento, estuvieron siempre atacadas desde un mismo argumento: “atentan contra las libertades individuales”, se quejaban. Así promovieron desde la política y los medios de comunicación las aperturas, no sólo en la Ciudad, sino también en muchas provincias. Fundamentalmente opositoras.
Hoy la situación es brutal. Desesperante y crítica. La cantidad de casos en el interior del país es alarmante y ponen en jaque todo lo logrado hasta ahora. Hasta ahora Argentina tiene una tasa de letalidad, es decir la cantidad de muertos sobre la cantidad de infectados, por debajo de la media mundial. Argentina tiene 2,6 muertos por cada 100 infectados, y a nivel mundial el promedio es de más de 3 muertos. Canadá tiene 6 muertos cada 100 infectados. España, Méjico y Reino Unido más de 10 muertos cada 100. Pero además Argentina tiene un logro que seguramente se va a quebrar: hasta ahora no hubo un solo caso en el que un médico deba decidir a qué paciente salvarle la vida porque no tiene más lugar.
Hoy la Ciudad de Buenos Aires tiene menos de 1000 contagios por día. Pero Córdoba tiene 1700. Mendoza tiene 800. Neuquén 1200. Santa Fé más de 2000. Tucumán más de 2000.
¿Dónde los van a atender en esas provincias? No hay camas. No importa el Gobierno Nacional les manda las camas y los respiradores. Ok. ¿Quién los va a atender? No hay médicos. No hay enfermeros. El personal de salud está agotado.
La semana que viene vamos a empezar a ver un brutal crecimiento de muertes. De estos casos.
Pero ahora los medios y la oposición no hablan de esto. Las tapas de los diarios son sobre si el campo vende o no la soja, sobre el precio del dólar, sobre el precio del dólar, sobre el precio del dólar, sobre cargar las tintas con mensajes indignantes por los “ocupas” de las tierras en Guernica…
Los medios y la oposición son Unitarios. Ya lograron lo que querían; que su público de la Ciudad pueda salir a respirar libertad.

El debate político perdió jerarquía. Un sector muy irresponsable de la oposición se está llevando puesto a los que deberían construir un alternativa superadora, o al menos distinta, a la de la fuerza que gobierna. Pero no sólo no se prestan al juego natural de la democracia, sino que la esquivan y la esconden. Reemplazan política por judicialización. Lo intentan al menos; no siempre con buenos resultados. A veces da la sensación de que no entendieran que parte de ese aparato judicial es eso, un aparato. Un aparato que otea y juega. En principio, en defensa de sus propios intereses.
Ese sector de la política sigue apostando a una agenda descabellada, pero que funciona en tanto construye sentido con la incansable cobertura mediática. Hemos visto estos días a Patricia Bullrich convocando a una marcha “contra la agenda clandestina” de Cristina. Francamente es incalificable.
Del otro lado Kicillof arma un Mapa de la Tierra buscando identificar terrenos y hacer más de 33.000 viviendas para los sin techos.
El Cuervo Larroque trasladó la sede de su Ministerio y está instalado en una carpa en Guernica buscando una solución a ese conflicto.
Guzmán no sólo acordó la deuda con los bonistas. Ahora armó un bono atado al dólar y en la primera licitación colocó casi 4 veces lo que tenía planeado.
Kulfas informa que la industria ya opera en niveles similares a los del año pasado.
En Diputados Máximo y Heller presentan proyecto para cobrarles un impuesto extraordinario a los 9500 tipos más ricos de la Argentina.
El bloque oficialista presenta proyecto para ponerle un freno a los incendios intencionales.

Y hay un dato que se nos está pasando casi inadvertido: hay acuerdo, casi universal, conque la salida de esta crisis depende de reactivar el consumo. Y hay acuerdo conque para lograr eso es necesario mejorar los salarios.
Parecería que hasta el establishment está de acuerdo en que los únicos que podemos mover la rueda somos los trabajadores.
Esta vez la receta para salir de la crisis no sólo no es el ajuste a los trabajadores, sino que somos los trabajadores los que tenemos la solución: con nuestro trabajo, con lo que producimos y con lo que consumimos. ¿Qué vamos a hacer con ese dato? ¿Tratar de tener una mejor paritaria? ¿Llevar un poquito más de agua para cada molino? ¿Eso es todo? Suena a poco para ser casi 17 de octubre