La columna de los canillitas, por Carlos Vila (25/10/2020) El eje es la tierra

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El domingo pasado Bolivia recuperó la democracia. Y lo hizo de una manera contundente, brutal. El MÁS, el partido de Evo Morales, sacó cerca del 55% de los votos y más de 25 puntos de diferencia contra las alternativas de la derecha. El resultado no hace otra cosa que ratificar que hace un año le robaron las elecciones a Evo. Se la robaron con el aval de la OEA y el penoso papel del uruguayo Almagro. Y su único fin fue instalar una dictadura y devolverles los negocios a los saqueadores de siempre.
El mapa electoral de Bolivia está claramente dividido por un eje Norte-Sur, que paradójicamente define al electorado: a la derecha la derecha saqueadora, con base en Santa Cruz de la Sierra donde se asientan todas las corporaciones internacionales que se llevan las riquezas; y a la izquierda los sin tierra, las cholas y los trabajadores esperanzados que el MAS empoderó. Y que dieron pelea con sus largas polleras, las Wiphala y las marchas interminables.
En los 13 años de gestión el gobierno de Evo logró bajar la pobreza extrema del 38% al 15%. Llevó el PBI de Bolivia de 9.000 millones de dólares a 40.000 millones. El desempleo lo bajó de 8,1% a 4,2%, y el Salario Mínimo lo llevó de 60 dólares a 310 dólares. Por último, y para no abrumar, Evo nacionalizó el gas, transformando esa producción en más recursos para el Estado.
Está claro cuales fueron los motivos para voltearlo. Y está claro por qué no había otro camino que la vuelta del MÁS.
Con estos datos el panorama regional es más alentador que hace unos meses. Si bien en Brasil la hegemonía de Bolsonaro parece recuperarse frente a cada frente abierto, en Chile la derecha no puede enderezar el barco, y en Uruguay apenas si flota, no logran hacer un buen rumbo ni tener un buen ritmo.

Tranqueras para adentro, en Argentina la derecha también perdió por paliza. Y también se resiste a aceptar las reglas del juego democrático.
Intentaron un levantamiento policial con movilización a la residencia presidencial. No funcionó.
Intentaron paralizar el Congreso negándose a las sesiones virtuales. No funcionó.
Intentaron un golpe palaciego, pretendiendo comandar desde la corte suprema de justicia. No hay hasta la fecha respuestas contundentes que permitan ver qué va a hacer la corte. Expertos en dilatar, en principio parecería que van a hacer lo que vienen haciendo hace años: otear cómo soplan los vientos y acomodarse donde encuentren mejor reparo.
Intentan todos los días un golpe financiero subiendo el precio del dólar clandestino a valores que no seducen a la clase media y no compra, pero consiguen generar pánico desde las tapas de diarios.
En todas las discusiones de políticas públicas, siempre, pero siempre, están del lado de las corporaciones y en contra de los trabajadores: el caso Vicentín es una clara muestra de cómo una campaña en contra del gobierno llevó al Estado a perder la oportunidad de ganar control, recursos y evitar desfalcos y la fuga de divisas. Y deja a los pequeños productores rurales en la puerta de no recuperar nunca jamás los millones que la empresa les debe.
En Diputados se oponen al proyecto de ley del oficialismo para que no se pueda cambiar el uso del suelo de los terrenos incendiados y así terminar con los incendios intencionales. Cuando se trata de plata no se preocupan ni por no quedar en evidencia.

El ex presidente de la Sociedad Rural, y ex Ministro de Agricultura de Macri, Luis Etchevehere, está protagonizando una historia que lo señala por presuntos delitos económicos, estafa, falsificación de firmas y vaciamiento de compañías de la familia. Y está atacando nada menos que a su hermana, con un grupo que nuclea a empresarios, terratenientes y ex funcionarios del PRO.
A esta mujer que es su hermana, Dolores Etchevehere, la fueron a apretar y la amenazaron en público, y trascendieron audios de whatsapp de los matones de la oligarquía convocados por Etchevehere, que decían que muchos productores estaban entusiasmados y con ganas de meter balas.
Dolores Etchevehere no sólo está siendo asistida jurídicamente por Juan Grabois, sino que además hizo un acuerdo para donarle una parte de sus tierras a la organización de Grabois, para iniciar en ese campo un proyecto agroecológico.
Otra dirigente de Juntos por el Cambio, la diputada cordobesa Patricia De Ferrari tuiteó: “Falta mucho para que aparezcan los falcon verde para impartir justicia a la medida de Grabois y compañía?” Inadmisible. Los “falcon verdes” eran los autos usados en la dictadura para “desaparecer” personas. Sinceramente espero la expulsión de la Diputada de la Cámara.

Los exportadores se niegan a liquidar la soja, y los importadores compran más de lo que compraron el año pasado, que fue un año muy malo pero no sumó esta pandemia sino que tuvo sólo la otra.
El mensaje es unívoco: cuanto peor, mejor. El objetivo es lograr torcerle el brazo a Fernández y conseguir la devaluación, con eso se aseguran salarios por monedas para todos y todas, y un camino más despejado para la vuelta al poder en 2023.

Pero el 17 de octubre encontraron la tranquera cerrada. Otra vez la clase trabajadora mostrando la coherencia.
Google está defendiéndose como puede del juicio que les metió Cristina. Tal vez habría que buscar por ahí la explicación a la caída de los servidores de la ingenua convocatoria a la movilización digital. Sin embargo, hoy como ayer, los trabajadores se adueñaron de las calles. En auto, a patas o en camiones. Pero en todo el país. Impresionante.
Impresionante por lo espontánea y por autónoma. No tuvo dueño. O sí, fue un manifiesto apoyo a Alberto y a Cristina. Fue un NO rotundo a cualquier tipo de aventura. A las de los golpistas, pero también para adentro.
Para adentro consolida. Desestima cualquier borrachera. La pantalla del GPS no muestra ningún camino del medio. Es por acá, y es duro. Estamos peleando contra el poder real.